"Cartas para Claudia"
Jorge Bucay
Antes de morir, hija mía
quisiera estar seguro de haberte enseñado a disfrutar del amor
a enfrentar tus miedos y a confiar en tu fuerza
a entusiasmarte con la vida
a pedir ayuda cuando la necesites
a decir o a callar según tu conveniencia
a ser amiga de ti misma
a no tenerle miedo al ridículo
a darte cuenta de lo mucho que mereces ser querida
a tomar tus propias decisiones
a quedarte con el crédito por tus logros
a superar la adicción a la aprobación de los demás
a no hacerte cargo de las responsabilidades de todos
a ser consciente de tus sentimientos y a actuar en consecuencia
a dar porque quieres y nunca porque estás obligada a hacerlo
Antes de morir, hija mía
quisiera estar seguro de haberte enseñado
a exigir que se te pague adecuadamente por tu trabajo
a aceptar tus limitaciones y vulnerabilidades sin enojo
a no imponer tu criterio ni permitir que te impongan el de otros
a decir que sí sólo cuando quieras y a decir que no sin culpas
a tomar más riesgos
a aceptar el cambio y revisar tus creencias
a tratar y exigir ser tratada con respecto
a llenar primero tu copa y recien después la de los demás
a premiar el futuro sin intentar vivir en función de él
Quisiera, Claudia, hija mía
estar seguro de que has aprendido a valorar tu intuición
que celebras la diferencia entre los sexos
que haces de la comprensión el perdón tus prioridades
que te aceptas así, tal como eres
que creces aprendiendo de los encuentros y de los fracasos
que te permitas reír a carcajadas por la calle sin ninguna razón
Pero sobre todo, hija
porque te amo más que a nadie en el mundo
quisiera estar seguro de haberte enseñado
a no idolatrar a nadie
y a mí, menos que a nadie.
La pequeña guía del éxito, S. 15
Robert T. Betz
(Traducción libre del alemán)
Quien se sacrifica, se queda sin nada - y provoca sentimientos de culpa en los demás. Sacrificarse a sí mismo no tiene nada que ver con el amor, sino con los propios sentimientos de culpa. En primer lugar cuida bien de ti mismo y procura hacerte feliz. Este el mayor favor que puedes hacer a tu prójimo. Él te seguirá.
"El hombre en busca de significado"
Viktor E. Frankl
Los que hemos vivido en campos de concentración podemos recordar a aquellos hombres que se paseaban por los barracones consolando a los demás, regalándoles su último pedazo de pan. Tal vez hayan sido pocos en número, pero constituyen la prueba definitiva de que a un hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: su última libertad, la de elegir la actitud que ha de adoptar en cualquier circunstancia, la de escoger su propio camino.
La pequeña guía del éxito, S. 15
Robert T. Betz
(Traducción libre del alemán)
¿Asumes la responsabilidad sobre toda tu vida hasta el momento presente? Fuiste creador, eres creador y serás siempre creador. Aprecia, reconoce y bendice todas tus creaciones y revoca tus condenas. Lo has hecho lo mejor que podías. ¡Perdónate a ti mismo! De esta forma te devuelves la honra que tú mismo te quitaste.
La pequeña guía del éxito, S. 52
Robert T. Betz
(Traducción libre del alemán)
La mayoría de los seres humanos nacen como originales y mueren convertidos en copias. Corren detrás de otros, los imitan y no exploran lo que les dicta su corazón. Encuentra lo propio, lo exclusivamente original que hay en ti y vívelo! Sigue los impulsos de tu corazón y haz lo tuyo propio aquí en esta vida.
La pequeña guía del éxito, S. 19
Robert T. Betz
(Traducción libre del alemán)
Autoetima, autoaceptación y amor a sí mismo son las claves de la abundancia y del éxito. Quien se autoestima y se quiere, reconoce los tesoros en el mundo y recibe.
La pequeña guía del éxito, S. 53
Robert T. Betz
(Traducción libre del alemán)
Tú no estás en este mundo para cumplir las expectativas de otros, tampoco los deseos de tus padres. Libérate de ello y devuélveselo. No continúes traicionando a tu corazón, escucha por el contrario su voz. Esa es la voz de Dios en ti.
"El gran libro del arte de la vida", p. 164
Anselm Grün
(Traducción libre del alemán)
Reconoce lo maternal en ti. Toma en tus brazos maternales al niño herido que hay en ti. Trátate maternalmente a ti mismo. Así, no necesitarás a lo largo de toda tu vida esperar más que tu madre te dé el amor que tanto anhelas, que tu madre pronuncie aquellas palabras de elogio y reconocimiento que tanto necesitas. Sé tu mismo madre. Cógete en brazos a ti mismo cariñosamente. Y regálate la seguridad, que el niño herido que hay en ti necesita. En ti hay suficiente energía maternal porque tú mismo eres parte de la energía y el amor maternal de Dios.